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Esta olla de grillos "con vocación de poder", como ellos definen su voracidad burocrática, que se llama a ratos Partido Conservador Colombiano, llevaba en sus orígenes, a principios del siglo XIX, un nombre más apropiado: el de 'Partido Ministerial'. Era el partido de los partidarios del gobierno. Y todos tenían puesto y sueldo oficial, fuera cual fuera el gobierno.
Así ha sido desde entonces, con muy breves interrupciones en las cuales, de todos modos, nunca faltaron los conservadores 'nacionalistas', o 'romanistas', o de 'la escoria', que se entregaban al adversario, si este tenía el poder. Ese particular talante -como lo caracterizó uno de sus jefes- lo encarna mejor que nadie su actual candidata presidencial, Noemí Sanín, que ha sido ministra de todos los gobiernos de los últimos treinta años, haya sido la que haya sido su tendencia (o si no, embajadora: también podría llamarse con justicia ese partido 'Embajadorial'), y nunca ha dejado de tener carro oficial. ¿En calidad de 'conservadora'? No necesariamente. Según las circunstancias. A veces ha proclamado ser "independiente", a veces se ha presentado bajo el rótulo ñoño de 'Sí, Colombia'. Da igual: en calidad de 'ministerial'. Lo que ha sido el Partido Conservador durante los ocho años de gobiernos uribistas: el partido que más ha chupado de la ubre del Estado. Para describir a sus ministros sirve bien la frase con que los describía hace 35 años otra mujer conservadora, Berta de Ospina Pérez:
-Maman arrodillados, como los terneros grandes.
Y es a causa de ese consuetudinario vicio rótulo-bucal que ahora el Partido Conservador está, como dicen púdicamente, fracturado. Su precandidato derrotado, Andrés Felipe Arias, 'Uribito', le hace ver que para no frustrar su "vocación de poder" -para no perder los ministerios, las embajadas, los auxilios, los contratos, los carros oficiales- el partido debe voltearse hacia quien él ve como el más probable ganador de las elecciones presidenciales, es decir, como el próximo repartidor de sueldos: Juan Manuel Santos. A cuya candidatura ya se uncieron buena parte de los conservadores uribistas y las juventudes conservadoras en pleno, encabezadas -brazo en alto- por el octagenario cuasi delfín Enrique Gómez Hurtado, que no pocas embajadas ha ocupado en el curso de su larga vida. Poco importa que Santos sea "de origen liberal": también lo era Uribe (y, en todo caso, ninguno de los dos tiene ideas liberales). Y también por los puestos de Uribe se vendió, o por lo menos se entregó en alquiler durante ocho años, el Partido Conservador.
Ahora, volviendo atrás: ¿conservadora Noemí Sanín? Así se define ahora ella, que otras veces, repito, se ha llamado de otros modos, según las circunstancias. "Conservadora de raca mandaca" la define también Andrés Pastrana: otro que tal baila. Otro que, como ella, ha bailado unas veces como 'Fuerza Nueva Democrática' y otras como 'Gran Alianza para el Cambio', tratando de desembarazarse del apelativo "conservador" en vista de que este, salvo en casos de fraude, ha sido electoralmente de mal fario en Colombia. Recuerden los lectores que el último candidato presidencial que salió elegido por ese partido fue Laureano Gómez en 1950: en unas elecciones a las cuales no pudo presentarse ningún otro candidato. Los conservadores que desde entonces han llegado a la Presidencia lo han hecho, todos, en calidad de algo distinto: Gustavo Rojas Pinilla, como comandante de las Fuerzas Armadas; Guillermo León Valencia y Misael Pastrana, como candidatos bipartidistas pactados del Frente Nacional; Belisario Betancur, en representación de un improvisado 'Movimiento Nacional'; y Pastrana hijo, en la de una tal 'Alianza para el Cambio'. Es por eso que Pastrana padre, que para ganar había necesitado no solo del paraguas frentenacionalista sino además del fraude electoral, propuso que su viejo partido adoptara el nombre más propicio de 'Partido Social'.
Poco conservador es un partido que ni siquiera conserva su nombre. Pero es que a los conservadores colombianos lo único que les interesa conservar son sus puestos. Por eso empezaron llamándose "ministeriales".
Y ya los veremos, si es el caso, intentando cortejar -o chantajear- al gobierno de Antanas Mockus para que les siga dando de mamar.
sábado, 24 de abril de 2010
"EL PARTIDO MINISTERIAL"
Esta olla de grillos "con vocación de poder", como ellos definen su voracidad burocrática, que se llama a ratos Partido Conservador Colombiano, llevaba en sus orígenes, a principios del siglo XIX, un nombre más apropiado: el de 'Partido Ministerial'. Era el partido de los partidarios del gobierno. Y todos tenían puesto y sueldo oficial, fuera cual fuera el gobierno.
Así ha sido desde entonces, con muy breves interrupciones en las cuales, de todos modos, nunca faltaron los conservadores 'nacionalistas', o 'romanistas', o de 'la escoria', que se entregaban al adversario, si este tenía el poder. Ese particular talante -como lo caracterizó uno de sus jefes- lo encarna mejor que nadie su actual candidata presidencial, Noemí Sanín, que ha sido ministra de todos los gobiernos de los últimos treinta años, haya sido la que haya sido su tendencia (o si no, embajadora: también podría llamarse con justicia ese partido 'Embajadorial'), y nunca ha dejado de tener carro oficial. ¿En calidad de 'conservadora'? No necesariamente. Según las circunstancias. A veces ha proclamado ser "independiente", a veces se ha presentado bajo el rótulo ñoño de 'Sí, Colombia'. Da igual: en calidad de 'ministerial'. Lo que ha sido el Partido Conservador durante los ocho años de gobiernos uribistas: el partido que más ha chupado de la ubre del Estado. Para describir a sus ministros sirve bien la frase con que los describía hace 35 años otra mujer conservadora, Berta de Ospina Pérez:
-Maman arrodillados, como los terneros grandes.
Y es a causa de ese consuetudinario vicio rótulo-bucal que ahora el Partido Conservador está, como dicen púdicamente, fracturado. Su precandidato derrotado, Andrés Felipe Arias, 'Uribito', le hace ver que para no frustrar su "vocación de poder" -para no perder los ministerios, las embajadas, los auxilios, los contratos, los carros oficiales- el partido debe voltearse hacia quien él ve como el más probable ganador de las elecciones presidenciales, es decir, como el próximo repartidor de sueldos: Juan Manuel Santos. A cuya candidatura ya se uncieron buena parte de los conservadores uribistas y las juventudes conservadoras en pleno, encabezadas -brazo en alto- por el octagenario cuasi delfín Enrique Gómez Hurtado, que no pocas embajadas ha ocupado en el curso de su larga vida. Poco importa que Santos sea "de origen liberal": también lo era Uribe (y, en todo caso, ninguno de los dos tiene ideas liberales). Y también por los puestos de Uribe se vendió, o por lo menos se entregó en alquiler durante ocho años, el Partido Conservador.
Ahora, volviendo atrás: ¿conservadora Noemí Sanín? Así se define ahora ella, que otras veces, repito, se ha llamado de otros modos, según las circunstancias. "Conservadora de raca mandaca" la define también Andrés Pastrana: otro que tal baila. Otro que, como ella, ha bailado unas veces como 'Fuerza Nueva Democrática' y otras como 'Gran Alianza para el Cambio', tratando de desembarazarse del apelativo "conservador" en vista de que este, salvo en casos de fraude, ha sido electoralmente de mal fario en Colombia. Recuerden los lectores que el último candidato presidencial que salió elegido por ese partido fue Laureano Gómez en 1950: en unas elecciones a las cuales no pudo presentarse ningún otro candidato. Los conservadores que desde entonces han llegado a la Presidencia lo han hecho, todos, en calidad de algo distinto: Gustavo Rojas Pinilla, como comandante de las Fuerzas Armadas; Guillermo León Valencia y Misael Pastrana, como candidatos bipartidistas pactados del Frente Nacional; Belisario Betancur, en representación de un improvisado 'Movimiento Nacional'; y Pastrana hijo, en la de una tal 'Alianza para el Cambio'. Es por eso que Pastrana padre, que para ganar había necesitado no solo del paraguas frentenacionalista sino además del fraude electoral, propuso que su viejo partido adoptara el nombre más propicio de 'Partido Social'.
Poco conservador es un partido que ni siquiera conserva su nombre. Pero es que a los conservadores colombianos lo único que les interesa conservar son sus puestos. Por eso empezaron llamándose "ministeriales".
Y ya los veremos, si es el caso, intentando cortejar -o chantajear- al gobierno de Antanas Mockus para que les siga dando de mamar.
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