“CORRUPCIÓN: DE LA MODA O MANÍA A LA INTOLERANCIA”
La manía la podríamos definir como un trastorno obsesivo, con hermanas como la piromanía o la cleptomanía y muchas más, Estas producen una adicción irresistible que al final son muy difíciles de controlar.
La moda son aquellas tendencias de la vida humana, ya sea de ropa, accesorio o estilos de vida y manera de comportarse, que marcan o modifican la conducta de una persona.
En la vida política no es diferente, en la mayoría de sus manifestaciones, político que se respete y este a la moda debe ser corrupto, pueda que este estilo sea grave y nefasto para la sociedad, quien a su vez , en la mayoría de los casos lo asimila o lo acepta inclusive lo justifica, ya sea por necesidad o conveniencia.
La corrupción en cierta manera se ha institucionalizado a tal extremo que lo ilegal parece legal, hago la anterior afirmación porque casi se podría asegurar que la mayoría de los administradores le manifiesta al contratista “a mi págueme lo mío, o lo de ley” como si esgrimiera un marco jurídico para legalizar ese atraco.
Algunos piden el diez por ciento (10%), otros van mas allá, se atreven a pedir sumas hasta del cuarenta por ciento (40%) del valor del contrato,convirtiéndose en seres insaciables, que solo quieren tener el dinero suficiente para construir su imperio, o promocionar a su sucesor o por que no para financiarse mas adelante una nueva aspiración.
Estos señores son tan incapaces que, no irían a una contienda electoral de elección popular si no tienen recursos cuantiosos, casi siempre mal habidos, que les permita comprar lo que no han sembrado, llegando a gastar sumas que bien podrían alcanzar, para financiar una campaña electoral para la presidencia de la Republica.
Cuando lo ilegal se vuelve legal, me hace acordar al desafortunado ciudadano, que un día se le da por construir en el patio de su casa una cochera o marranera, generándole esta un olor fétido, hediondo en su casa, pero que al paso de unos cuantos días ese olor se le hace familiar por que es permanente, su organismo ya lo acepta como algo normal.
El pésimo olor finalmente llega a sus vecinos y estos haciendo uso de sus derechos legales, le advierte, lo critica y le recomienda mejorar o sacar su marranera a otro lugar, el propietario de la casa muy ofendido de una manera intolerante le manifiesta que su casa huele bien y que el olor del que hablan sus vecinos, solo es una calumnia, entonces como justificación arremete contra sus vecinos.
Lo mismo pasa con la corrupción, quien la practica, esta hediondez le parece normal, pero pobre de aquel que se atreva a sugerir o denunciar, si se descuida esta persona es censurada, se le hace aparecer que es un desadaptado social e inclusive son capaces de ponerle en riesgo hasta su propia vida.
De todas maneras a nadie le gusta que nos saquen de las mentiras, del egoísmo, de la hipocresía, a nadie le gusta reconocer que somos unos adictos a nosotros mismos, que somos unos ególatras, que creemos ser los portadores de la última palabra.
Comparto plenamente el principio que reza “Gobernar es educar”, este debería ser la brújula de todo administrador público, Eduquemos a un pueblo a ser tolerantes, respetuosos de la opinión ajena, a que se les pueda contradecir, y por sobre todo hacer el ejercicio administrativo lo más honestamente posible. Cuando permitimos y fomentamos las veedurías ciudadanas, el control político, la participación ciudadana, el cabildo abierto, el derecho a disentir, es quizás la manera más eficaz de cambiar la cultura de la corrupción y la intolerancia que parecen hermanas gemelas.
Finalmente, la intolerancia al debate a la confrontación de las ideas, a disentir, a respetar la opinión ajena, se convierte en la mejor obra de gobierno de algunos administradores. Aquellos que no les gusta que se le critique o se le contradiga, y que se creen el ombligo del mundo, deberían presupuestar un monumento a la intolerancia para recordarlos siempre.
Cayo Mario Sepúlveda Escobar www.politicaaldia.tk cayin60@hotmail.com
